Madrid, cuando
pensamos en Madrid nos viene a la cabeza esa ciudad en el centro de España que
emana poder, para mucha gente es otro punto en el mapa sin importancia e
incluso para algunos un infierno hecho de asfalto.
En los tiempos
que Samuel vivía en Madrid era un poco de las tres. Os voy a contar uno de sus
días. Ese día se levantó por la mañana para ir a trabajar, se vistió , preparó
sus tostadas de aceite y ajo y su café, las olisqueaba un poco y se las comía y
después se temaba su café, todo excepto
el último trago de la taza de café y después salía hacia un nuevo día, cada vez que esto pasaba se encontraba al mismo barrendero pasar su escoba
por la acera de la calle, también siempre estaba su vecina, una anciana con más
arrugas que años regando las plantas de su terraza, siempre a la misma hora, y
en la esquina de la calle donde vivía Samuel, estaba todos los días un negrito
vendiendo periódicos que podías encontrar gratis dos calles más allá y el como
un buenazo le compraba uno cada miércoles. Despues de pararse a pensar en esos
tres ciudadanos, recordó que tenía una reunión importante en el centro de
Madrid y que no quería llegar tarde.