miércoles, 26 de noviembre de 2014

Immigración: Una historia de ida sin vuelta




3/3/2012
Querido diario, me llamo Lautaro y voy a explicar cómo llegué a Barcelona:

Me encontraba en mi casa, en Nicaragua. Hacía ya dos años que había roto con Claudia, y necesitaba recuperarme. No sabía qué hacer, así que me puse en una web, eDarling. Me encontré chicas, digamos, curiosas, pero al final me decanté por una andaluza muy apreciable, que vivía en Barcelona. Hablábamos cada día, casi tres horas. Puede parecer triste, patético, pero me acabé enamorando de ella…

Al final no pude más y decidí darle una sorpresa un poco especial. No tenía demasiado dinero, pero con algún crédito de la mafia nicaragüense pude venir. Cogí un avión, el viaje duró unas 14 horas. Cuando llegué no sabía dónde ir, ni siquiera sabía dónde vivía ella. Así que tuve un Skype con Paca (así se llamaba la chica andaluza). Quedamos en un bar de la Vila Olímpica. La primera impresión fue... decepcionante. Era un poco difícil de ver, ya que no se parecía nada a las fotos. Me había enamorado de una persona que no era. Estuvimos discutiendo y al final se disculpó y me invitó a su casa a pasar la noche, para poder marchar por la mañana. Fuimos allí, pero había alguien más en casa. Olivia, su compañera, era la chica de la que realmente me había enamorado. Era aragonesa y al hablar un rato, descubrí que era la chica de la que realmente me había enamorado. Solo tenían dos habitaciones y tuvieron que dormir juntas las dos chicas mientras que yo dormí solo en la otra habitación. Sinceramente, tenía ganas de dormir con Olivia, pero las entendí perfectamente y me quedé en mi cama. 

Al despertar almorzamos juntos y estuvimos charlando y explicando cada uno su historia. Descubrí que estaba locamente enamorado de la chica aragonesa. Cuando Paca se fue a trabajar (Olivia estaba parada) ella y yo nos quedamos solos en casa. Yo lo había dejado todo en mi país, la familia, el trabajo, mis sueños y esperanzas sólo por amor. Había habido un pequeño malentendido, pero ahora por fin me encontraba con la chica perfecta, era imposible no amarla y yo noté que ella pensaba lo mismo sobre mí. Así que nos entrelazamos en nudos de amor y tuvimos una divertida mañana. 

Yo me quedé unas cuantas semanas en Barcelona, empecé a salir con Olivia y me hice muy amigo de Paca. También trabajé de varias cosas en Barcelona, de camarero de algún bar, de basurero y finalmente monté una tienda de cigarrillos electrónicos (fue cuando empezó la moda) y una yogurtería (también empezaba la moda por esos tiempos). Fue un poco difícil gestionar los dos negocios, pero al ser tan revolucionarios le dieron vidilla al barrio y bastante gente acudía allí. Los negocios acabaron funcionando y contraté a gente para que trabajara allí. Antes de ser autónomo no tenía claro mi futuro, dónde viviría, pero finalmente pensé que lo mejor era quedarme en Barcelona. 

Al cabo de un año y medio saliendo con Olivia y un año después de formar los negocios Olivia y yo nos fuimos a vivir juntos a la Barceloneta, compramos un piso pequeño donde nuestro amor casi no cabía. Seguimos adelante, nos casamos y en la luna de miel, en Indonesia, con todo el calor de verano, no nos importó, tuvimos la mejor noche de nuestra vida. Al cabo de nueve meses, ya en Barcelona, nació Humbert, nuestro primer hijo. A partir de ese momento, descubrí que nunca había sido tan feliz, que me encantaba estar en Cataluña con Olivia y que me quedaría aquí por toda la vida. Había sido muy fácil adaptarme a la cultura catalana, aunque me daba mucha pena no haberme comunicado con mi familia de origen, a la que tenía olvidada. Pero ahora todo iría bien. FIN.” 


-¡Qué fuerte!- dijo Martina, la nieta de Lautaro, que leía todo esto y se quedaba sorprendida.

Ainoa Balastegui, Sergi Mialet, Marcel Recasens

No hay comentarios:

Publicar un comentario