Eran las 7:00 de la mañana de un día cualquiera del año 2006, Darius estaba en el aeropuerto de Malabo, Guinea Ecuatorial, (donde hasta ahora había pasado toda su vida), con su familia, llevaba una maleta pequeña y un maletín.
Cuando llamaron a los pasajeros del vuelo en dirección a Aragón, se despidió de toda su familia, ya que sabía que no los volvería a ver en muchos años y se embarcó rumbo a Zaragoza (Aragón) donde cogería un tren para llegar a su destino final, Barcelona.
En ese mismo instante, a 4455 km de allí, Antonio y su familia estaban preparando las maletas para coger un tren de Zaragoza (Aragón) hacia Barcelona, donde iban a quedarse a vivir durante una larga temporada. Antonio estaba muy triste porque no se quería ir, pero la situación económica de su familia lo requería. Antes de irse se despidió de sus abuelos con los que tenía una muy buena relación. Ellos, muy tristes, les dieron uno bocadillos de jamón y unas manzanas de su huerto para comer en el viaje.
Darius, ya en Zaragoza, cogió sitio en el tren, en un asiento un poco apartado del último vagón. Desde allí aprovechó para contemplar su alrededor, que era muy diferente al que estaba acostumbrado.
El tren salía a las 14.30, Antonio se sentó con sus padres en el final del último vagón. Mientras comían se fijó en un chico de piel morena, ojos verdes y pelo oscuro, corto y rizado, de estatura más bien baja que llevaba una sudadera azul y unos pantalones negros y tendria unos años más que él, ese era Darius.
A Antonio el viaje se le estaba haciendo muy pesado, por eso decidió matar el tiempo jugando a cartas, pero como sus padres estaban durmiendo y no quería despertarlos, se acercó al chico moreno y le preguntó:
-Hola, me llamo Antonio ¿te gustaría jugar conmigo a cartas?
-Claro que sí -respondió Darius.
Mientras jugaban a cartas, aprovecharon el tiempo para contarse un poco su vida.
-¿Y por que te mudas a Barcelona? -preguntó Antonio intrigado.
-Quería estudiar ingeniería, pero en mi país no se puede estudiar esa carrera -dijo Darius. - ¿y tu? -preguntó Darius.
-Mi familia y yo nos hemos mudado por motivos económicos -contestó Antonio triste.
Juntos se les paso el tiempo volando, pero pronto llegó la hora de bajar del tren, que ya había llegado a su destino.Llegaron a “L’estació de França” de Barcelona a las 18:00 aproximadamente. Sus casas estaban lejos de allí, así que cogieron el metro hasta llegar a Plaza España donde finalmente se despidieron porque Darius quería ir a ver como era la universidad y Antonio quería ver un poco más la ciudad con su familia antes de ir a su nueva casa, una pequeña casa cerca del MNAC con 2 habitaciones y un baño minúsculo.
Antonio en la vuelta que dio con su familia se pudo hacer una idea general de cómo era la ciudad: era muy bonita, grande, con calles muy anchas y arregladas, llena de edificios altos y bonitos y un montón de monumentos y esculturas de un gran nivel artístico.
En la familia de Antonio todos ayudaban, el padre había encontrado un trabajo estable y Antonio ayudaba a su madre con las tareas de casa cuando no estaba en el instituto.
Al cabo de unos días, cuando volvía para casa de comprar el pan le pareció ver en la lejanía a Darius, pero como no estaba seguro de que fuera él no le dijo nada.Eso se repitió una cuantas veces más en el mismo mes, hasta que por fin un día que lo vió de cerca se decidió a saludarlo.
Al cabo de unos días, cuando volvía para casa de comprar el pan le pareció ver en la lejanía a Darius, pero como no estaba seguro de que fuera él no le dijo nada.Eso se repitió una cuantas veces más en el mismo mes, hasta que por fin un día que lo vió de cerca se decidió a saludarlo.
- ¡Hola Darius! Cuánto tiempo… hace mucho que no nos vemos, ¿vives cerca? -preguntó Antonio.
-Hola Antonio, si vivo por aquí, lo siento pero ahora mismo tengo muchísima prisa, ya nos veremos otro día -dijo Darius un poco alterado.
Pasaron cerca de tres meses que no se volvieron a ver, hasta que un día al llegar a casa del instituto se topó con Darius en el ascensor.
-Hola Antonio, qué haces tú por aquí? - preguntó Darius muy sorprendido.
-Ay, ¡no te había visto Darius! Yo vivo aquí - respondió Antonio también muy sorprendido.
-¿En Serio? ¡Yo también! - dijo Darius.
-¡Que casualidad! - gritaron los dos casi a la vez.
Los dos continuaron la conversación mientras subían en el ascensor, estaban muy emocionados por vivir tan cerca. Allí mismo acordaron que quedarían un dia que no estuvieran muy ocupados con los estudios y se despidieron de nuevo.
Después de eso Antonio pasó muchos días y muchas horas en casa de Darius, pasaban mucho tiempo juntos, jugaban a juegos de mesa, o se explicaban historias que les habían pasado de pequeños, en su lugar de origen. En definitiva se hicieron muy buenos amigos.
Pero esto no acaba aquí porque unos días más tarde llegaron las malas noticias. Habían destinado a su padre a trabajar en León, eso significaba que tenían que irse de Barcelona y lo que más rabia le daba a Antonio, era tener que dejar a Darius. De alguna manera tenía que contarle a Darius que se tenía que marchar así que unos días más tarde se lo contó.
Pero esto no acaba aquí porque unos días más tarde llegaron las malas noticias. Habían destinado a su padre a trabajar en León, eso significaba que tenían que irse de Barcelona y lo que más rabia le daba a Antonio, era tener que dejar a Darius. De alguna manera tenía que contarle a Darius que se tenía que marchar así que unos días más tarde se lo contó.
-Darius -dijo Antonio.
-¿Si?,¿Que quieres Antonio? -preguntó Darius extrañado.
-Lo siento mucho, han destinado a mi padre a León. Nos marchamos la semana que viene -respondió Antonio muy apenado.
Darius no sabia que contestar, estaba muy triste por esa noticia.
Al final se despidieron pero en el fondo tenían la esperanza de volver a encontrarse algún día
FIN. Clara Morillas, Pau Serrano y Júlia Olivares.
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