domingo, 27 de enero de 2013

DÍA DE LA PAZ

Esta semana se conmemora el DÍA MUNDIAL DE LA PAZ. En el centro se realizan actividades diversas con participación de toda la comunidad educativa para celebrar ese día. Desde aquí os animo a que pongáis también algo de vuestra parte, y qué mejor que algunas palabras...




Yo os dejo con las de uno de nuestros grandes poetas de siglo XX, Blas de Otero (1916-1979) y su libro titulado Pido la paz y la palabra :



Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.

Ahora queremos leer más palabras por la paz... es hora de escribir las tuyas, prueba a crear unos versos... ánimo...

Ese monstruo exquisito


Hablaban las gentes de un ser,
un monstruo mundano
exquisito pero cercano
que Con frecuencia se dejaba ver.

Con varios nombres se le conocía,
cansancio, desgana, hastío,
pero en el cuerpo mío
como aburrimiento lo veía.

Bastante difícil de combatir
atacaba a la fácil presa,
sola apartada y tiesa
con su llama apunto de morir.

Por eso recomiendo,
cuando lo veas aparecer,
estar alerta y atento
y buscar algún quehacer  
que mate el aburrimiento

Pedro Montero de Espinosa Moya 4ºB

martes, 22 de enero de 2013

Ese Monstruo Exquisito


Sentada mirando afuera
afuera al cielo miro,
pensando, pensando
¿pero en qué? No sé.

Escucho algo
los pájaros afuera escucho,
cantando, cantando 
¿para mi? No sé.  

Miro el reloj
a las manitas miro,
tick-tock, tick-tock
¿se me va el tiempo? No sé. 

Intento hacer algo 
pero no sé qué hacer,
doy vueltas, y doy vueltas
¿Me aburro? Si. 

Acaba la canción ,me espera el monstruo.


Acaba la canción y espero. La sensación de que el tiempo se expande como si fuera una goma o burbuja, se expande y empiezo a tener la sensación de que detrás de la cortina me acecha, al acercarme ansiosamente compruebo su inexistencia, pero un vistazo a la cocina y lo vislumbro, me apresuro e intento buscar algo que me aleje de él, que me haga sentir viva como cuando estaba cantando el anterior estribillo.

Mi mente se convierte en una maquina de ideas y las palabras surgen de todos lados atosigando mi mente, las aparto, tras considerarlas una por una, palabras que me tele-transporten, imágenes que me hagan revivir, cualquier cosa que me aleje de esa apabullante tortura que se acerca inminente, mi aburrimiento, que intenta consumirme por dentro hasta dejarme vacía y carente del resto de sensaciones. Me acerco a la nevera, como último recurso, pero continua ahí, mi aburrimiento me observa, impaciente al no encontrar nada que me provoque interés, en ningún sitio. Incluso mi cuarto, antaño el sitio donde todas las cosas fluían y eran barrera para el tedio, ahora esa barrera se muestra roída y atravesada por este.

Me absorbe lentamente, cual veneno mortal, creyendo que no noto su presencia, pero la tengo ahí presente, reconcomiéndome poco a poro ,los brazos se vuelven bloques de piedra, y las piernas, columnas romanas, indestructiblemente fuertes e inmóviles, la mente, del mismo modo, se me tranquiliza, y noto que ya es demasiado tarde para cualquier tipo de intervención, he perdido la batalla entre mi propio hastío y yo, oigo unos acordes que resuenan, y un par de golpes de batería, la siguiente canción comienza, y todo mi cuerpo recibe la energía perdida hace escasos segundos,  mi propio monstruo exquisito me había torturado cambiando segundos por horas en mi mente, ese monstruo que aprovechó los dos segundos entre canción y canción para convertir mi mente en una bomba de relojería…Ese monstruo….

lunes, 21 de enero de 2013

Ese monstruo exquisito

Es otro día, me levanto como siempre con un frío recorriendo todo mi cuerpo, estoy cansada, no tengo ganas de hacer nada, lo único que me apetece es estar en la cama y no hacer nada, pero debo levantarme, vestirme y salir  para ir al colegio.
Todas las mañanas me levanto con la ilusión de que hoy sea un día diferente, divertido y alocado, algunos días lo son, pero la mayoría de los días es la misma rutina de siempre, que consiste en levantarme, vestirme desayunar, peinarme , lavarme los dientes, y salir corriendo de casa para no llegar tarde al cole.
Van pasando la horas, este es uno de esos días en los que no te enteras de nada y todo te da igual, estoy en clase un poco dispersa, pensando en mis cosas y mirando cada dos por tres el reloj para ver si el tiempo pasa, pero no, va muy lento, los ojos se me va cerrando pero no dejaré que el aburrimiento gan... y peleo con él por mantenerme despierta y atenta, pero llega un momento en el que no puedo mas y el vence, ya tiene lo que quería  y lo ha conseguido.

Ese monstruo exquisito

Hoy les hablaré de una vieja amiga
que a todos desanima:
es tediosa, es mezquina,
es lo mismo de cada día.

Como una mendiga
siempre en la misma esquina,
siempre presente en nuestra vida.

Permitanme que les diga,
yo, Álvaro García,
que cojamos otra vía.
Cambiemos la rutina.

Ese monstruo exquisito

El tiempo ha pasado volando. De la noche a la mañana me he dado cuenta que los días han ido pasando y que cada vez que miraba el reloj quedaba menos para volver a casa.
Llega ese temido día, me despierto temprano para preparar todo y asegurarme que mi equipaje no sobrepasa el límite de peso.
Con las lágrimas en los ojos me despido de todos. Entro en el coche y como si el videoclip de mi canción favorita se tratase voy mirando por la ventanilla todo lo que dejo atrás mientras pienso en esa canción.
Llego al aeropuerto, dejamos el coche en el aparcamiento y cogemos el ascensor para subir a la planta adecuada para poder facturar y pasar el control de seguridad.
Un ligero y triste "adiós" es lo único que le digo a la persona que te ha acompañado, ahora lo que desearía es tener una varita mágica y olvidarme del vuelo, y de la larga espera por culpa del retraso.

Ya está. Has llegado al aeropuerto al que esperabas no volver a ver en una larga temporada.
Me dirijo a coger la maleta y lo que hace que esté algo más animada es pensar en las personas que había dejado hace dos semanas y que estaban esperando ansiosos a mi llegada.
Salgo por la puerta y allí están, mi reacción es correr hacia ellos y darles un abrazo como si llevásemos años sin vernos.
Ahora queda lo más duro. Había decidido viajar en la compañía más barata, esto tenía sus ventajas pero también sus cosas negativas como por ejemplo que me quedaba una larga hora y media para llegar a mi dulce hogar. Ahí estaba otra vez, el exquisito monstruo del aburrimiento que me había estado intentando asustar durante todo el vuelo pero no lo había conseguido gracias a la música de mi móvil. Pero ahora sí, me estaba comiendo por dentro, pero no me quedaba otra que aguantarme, mi música y mis libros estaban bien guardados en la maleta que estaba en el maletero.

¡Por fin estaba en casa! pero era hora de descansar, mañana empezaba el instituto.

ESE MONSTRUO EXQUISITO

Con películas, juegos, chistes y libros;
Lo he intentado matar,
Pero no es nada fácil de erradicar.

Gemelo es, del odiado Señor Tedio.
Oponente es, de Madame Diversión.
Casado está, con Doña Soledad.
Fin del mundo, en tu temprana edad.

Monstruo astuto y repentino.
Cariño, te presento a mi peor enemigo.
Señoras y señores: ¡Míster Hastío!




Ese monstruo exquisito

Este texto va para cuando ese monstruo exquisito te atrapa, y  te dan ganas de arrancarte los pelos uno a uno, pero aun así eso sigue siendo requeteaburrido, qué asco da. Qué hace que el tiempo sea eterno. Quieres hacer cualquier cosa pero no, te agarra de una manera que es imposible escaparte, liberarte. Es injusto. ¿Por qué?

Es insoportable porque casi siempre pasa, cuando te dan las vacaciones de navidad, semana santa o de verano,  aunque no quieras que te  pase pasa, parece que siempre te está vigilando, a saber desde dónde, pero  parece que lo hace para satisfacerse a sí mismo, que monstruo más raro la verdad, divertirse cuando los demás están más aburridos que una ostra. La verdad que no es simplemente un monstruo raro sino que tonto, pero tonto cien por cien. Porque ver a unos pobres críos admirar las musarañas, de entretenido no tiene N-A-D-A.

Pero es gracioso cuando piensas lo que realmente hace este monstruo tan exquisito, ese aburrimiento del que tanto hablamos es algo ilógico de la vida, porque en la vida se tienen muchas cosas que hacer, pero de una forma u otra consigue tenernos pensando en todo lo que podríamos estar haciendo y no lo hacemos, eso minutos o horas que se nos van de la mano sin darnos cuenta es muy valioso, ¡por qué no lo entenderá este monstruo! Me repugna.

Lo peor de lo peor es que no hay ninguna manera, remedio para quitárnoslo o una trampa para cazar a ese cosa que nos saca de quicio, pero de algo estoy segura, la próximas vez que le vea espiándome se va a enterar, lo digo enserio así que monstruo exquisito ten cuidado.


                                                                                 
 

Ese Monstruo Exquisito

Nunca mires el reloj,
jamás cuentes los minutos.
No muestres tu impaciencia,
y ante todo, no te pongas en evidencia.

Porque ese monstruo exquisito,
que no tiene ni voz,
ni faz aterradora,
te espera.

El hastío, tu amigo invisible,
desea jugar contigo
hacerte la vida imposible,
volverte loco el sentido.

No te rindas, 
se valiente.
No te escondas, 
hazle frente. 


domingo, 20 de enero de 2013

ESE MONSTRUO EXQUISITO

Aquí estoy, en la misma sala de espera que todos los meses. Esperando a la cita con mi dentista. Llevo aquí ya 35 minutos,siempre me atienden tarde. Empiezo a leer revistas de hace unos 5 años, no son muy entretenidos. Baja una familia y se sientan, el bebé empieza a llorar, no soporto ese ruido y la madre no le hace caso .Son las 10:30 , decido escuchar música, no estoy pensando en lo aburrida que estoy con la música, estoy bien. Después preguntan por Liberty, cojo mi mochila y me voy a esa sala blanca . Me tumbo en la silla tan cómoda, y me empieza a hablar mi dentista, me habla de su abuela, de cuando la visita... No me interesa en absoluto, pero intento hacer como si me interesase, siempre respondo lo mismo 'Anda que guay'. Sabe que soy del Instituto español y siempre hace lo mismo, me empieza a hablar en español, digo que si, que lo hace muy bien, cuando la verdad es que no tengo la mas mínima idea de lo que me acaba de decir. Me desconecto y paro de escuchar su voz, esto no es cosa que suelo hacer, debe ser la mujer mas aburrida que conozco.

LIBERTY KNOX MURPHY
4A

Ese monstruo exquisito


Eva Kelly 4ºA

Cuando no tienes nada que hacer, cuando estas tirada en la cama mirando al techo, sin saber que hacer , que pensar. Con la de cosas que me entretienen y me encanta hacer, como: comer, ver una película, ver mi serie favorita, ir de compras, dar un paseo, quedar con mis amigos para comer o simplemente llamar a alguien para hablar y estar entretenida media hora, pero no me apetece nada de eso, no tengo ganas de nada.
Todo me sale mal, ya ni si quiera lo intento. Estoy aquí tirada y me fijo en mi alrededor. Me doy cuenta de que en el techo blanco hay una mancha negra my pequeñita, me acerco y veo que es un bicho aplastado, que asco, cuanto tiempo llevara ahí? Me giro, estoy mas aburrida que antes de mirar al aburridísimo techo blanco, ahora estoy mirando hacia la cama de Sara, creo que me aburro porque no es, me lo pasaba muy bien con ella, si me ponía triste por cualquier razón ella también. Sara es como mi hermana, vivía conmigo, hacíamos todo juntas, estoy muy triste porque se haya ido a España, no quiero pensar mas en esto, no quiero ponerme triste ahora.
Ahora estoy colgada de la cama mirando hacia el suelo y veo un circulito duro, me pongo a mirarlo fijamente, y me doy cuenta de la graciosa historia detrás de esa quemadura en el suelo. Pasó un día que vino una amiga a mi casa, nos estábamos haciendo la pedicura cuando se nos cayo el agua al suelo y a mi se me ocurrió la genial idea de secarlo con el secador, que bien lo pasé ese día.
Mi habitación es bonita, pero sin Sara...
 


Ese Monstruo Exquisito.

Otra vez , vuelvo a la rutina.                                                                                         Hoy  ese día, que ayer me desconcertaba en el atardecer. 
Ningún avance, ningún cambio.
Siempre, en la misma situación                                                                                   día tras día, esperando algún cambio.
A pesar de todo, me gusta.                                                                                            No tener que pensar un nuevo día con un horario diferente.
Mis pasos me arrastran a las mañanas malignas,                      
a las odiadas  tardes y a las deseables noches.                                                              Voces, que solo caen en mi conciencia,                                                                      es lo que causa hastío en mi vida.                                                  
Escapar de tanta soledad sería de gentuza cobarde                                    
me conformo con ese monstruo exquisito,                                                                   que habita en mi mente, y me ayuda a salir de las situaciones más ínfimas.     
Bueno... Eché lo que hay 

Ese monstruo exquisito

Suena el despertador, mis ojos yertos se abren lentamente, miro al reloj y veo que indica las cinco de la mañana. Es verdad, es sábado, hoy me voy de pesca.
Con un poco de esfuerzo, me levanto. Me visto, preparo el equipaje y desayuno. Lo de siempre. Un adiós a mi madre y allá voy. En cuanto salgo, siento un frió glaciar
corriendo por el cauce de mis venas pero sigo adelante. Apreto la "Oyster" contra la máquina y se abren las puertas. Cargado, voy subiendo poco a poco. Como siempre, llega el tren en dos minutos. Me siento sabiendo que me espera un viaje duradero. Dirijo la mano hacia el bolsillo esperando encontrar mis casco pero como no, parce ser que los he dejado en casa. Miro al reloj, son las seis en punto. Parada tras parada y veo que el reloj ha avanzado pero solo unos cuantos minutos. Intento distraerme pensando en las tácticas que desempeñaría para poder coger una de esas bellas carpas que viven en el gran lago. Después haber estado en las nubes, creo que ya faltaría poco pero el reloj marca otra cosa, todavía queda una hora. Encima, hoy parece ser que me ha tocado aguantar la "hora punta" ya que en vagón tiene semejanza a la de una lata de sardinas, todos apretujados. La gente no para de hablar sobre la competencia, el dinero, los gastos, la ropa... verdaderamente, una sociedad consumista. ¡Que sensación de aburrimiento que siento!

"This is the last stop, please take all your belongings with you" dice la conductora a través de los altavoces. Salgo del vagón y respiro profundamente ya que el aire aquí es mucho mas limpio y por lo tanto, sano. Son las siete y media de la mañana y todavía sigue estando oscuro. Tras salir de la estación, me dirijo hacia la parada del 384. Veo que los minutos pasan y el autobús sigue sin asomarse. Aquí, el frió es mucho mayor, ya que siento como si el viento me estuviese dando torta tras torta. Empiezo a andar de aquí a allí, intentando que los segundos se pasasen con la mas rapidez posible. 35 largos minutos han pasado y por fin llega el autobús.

Bueno aquí estoy, sentado en mi silla esperando a que piquen las carpas. Las condiciones para la pesca de carpa son bastantes favorables, por la tanto, soy positivo.
Empieza a llover y me doy cuenta de que me lo dejé en casa. Sigo pescando a pesar de la lluvia. Es raro que ni siquiera un pez haya picado, me da la sensación que se va a hacer el día muy largo. La sensación de aburrimiento se apodera, no hay nada que  hacer, ya me hecho la comida y he cebado. Lo único que se puede hacer es esperar oír la alarma sonar. El tiempo se me hace eterno, pienso en lo que mis amigos estarán haciendo... seguramente calentitos en su casa viendo la tele o en el ordenador. El sol sigue en el cielo, nada ha cambiado. Mis ojos se me están haciendo pesados, y sin darme cuenta me voy a dormir. Tras una buena media hora de haber estado durmiendo, me levanto y veo que mis cañas están blancas y me doy cuenta de que está nevando. En mi silla, observo como cada copito de nieve cae por intentar no sucumbir a aquella sensación. Las condiciones empeoran, sin energía y ganas, recojo mi equipaje y salgo del lago. Esta vez, el autobús no tarda. Ha llegado la parada y me bajo. Antes de entrar al metro, suspiro profundamente ya que otra vez, habrá que aguantar el pesado y largo viaje.

Por: Cesar Wang.

Ese monstruo exquisito


No hay con qué matar el tiempo, pues ya está muerto. Siguen corriendo las agujas al igual que lo hace el cuerpo de una gallina recién degollada, y yo asisto a tal macabro espectáculo con la certeza abrumadora de que algún día el ave se parará y caerá al suelo, acompañando con el ruido sordo de su cuerpo yerto desplomado la última sacudida de unas agujas también frías.
            Este último espasmo, el último de los suspiros exhalados, marca el inicio de la tarde de domingo. Como un presagio de lo conocido, como la víspera de lo pasado, parece querer recordarte que tu libertad está cerca de caducar, que la caída inexorable por el abismo de la desidia ya ha comenzado y que el suelo estará más duro que la última vez que lo probaste. No temes la vuelta de los grilletes, temes no poder soportar una semana más la losa del aburrimiento (del tedio más absoluto) y que, de repente, se rompan tus piernas y tu húmero se confunda con el mármol.
            Sabes que el tedio te llenará por dentro hasta ahogarte, que aniquilará sin piedad cualquier reducto último de salvación pensada. Pese a esto, intentas aferrarte a tu utopía de fin de semana, guarecerte de la lluvia con un colador y postergar la obligada aceptación de los hechos.
El pestilente olor del asesino del tiempo lo marchita todo, lo apaga, le absorbe todo color existente para dejar en su lugar polvo, un polvo que más que gris es la ausencia de color. ¿Qué clase de monstruo puede disfrutar con semejante abominación vital? Sencilla respuesta: un monstruo exquisito, ese mismo monstruo exquisito que decapita a un ave indefensa pero aún le sobra crueldad para permitir que su cuerpo corra sin rumbo, sin cabeza que lo dirija ni pico que proteste.

ABURRIMIENTO


Por encima de todo castigo
Hay una más sucio y lastimo.
Él es su propio alimento,
¿Su nombre? Aburrimiento.

Si te coge estás perdido,
te lleva al sol de los olvidos,
te envuelve cual pitón verde
y te estrangula la mente.

Somos el enfermo y su cura
Somos la carga y la mula,
Unamos nuestros sentimientos
Matemos al aburrimiento.


Antonio Álvarez



Ese Monstruo Exquisito

Ese Monstruo Exquisito

Suena el despertador
 y yo en la cama
al lado de mi radiador
tengo que levantarme
si quiero aprobar la evaluación

Llega primera hora
el mismo profesor
empieza la semana
con exámenes un montón

Llego a casa
pero mi móvil se rompió
miro en el desolado salón
y tampoco está el ordenador
no queda otra opción
ponerse a hacer los deberes
porque esta semana
hay exámenes
un montón.
Ese monstruo
me va a quitar el corazón
Sábado, me encontraba en una situación poco típica, en la cual mi familia me había dejado totalmente sola.
Desde mi cuatro se veían los copos de nieve caer lentamente hacia su fin, ya que tristemente no cuajaba. Como si eso no fuera suficiente distracción el reloj nuevo de mi madre hacia el suficiente ruido para escuchar cada segundo de cada minuto.Os preguntareis por qué me encuentro en esta situcacion tan pésima, es bastante gracioso, por no decir penoso... todo empezó cuando ayer (Viernes) mi madre y yo tuvímos una de nuestras broncas, como siempre ella salió ganando, y yo como ya habreís deducido por ello aqui sola escribiendoos de mi soledad. 

ESE MONSTRUO EXQUISITO



Otro Lunes mas, las 6:55 de la mañana, me disgusta el hecho de pensar que me he despertado diez minutos antes de lo habitual, intento volver a dormirme pero no lo consigo, supongo que intentare llegar mas temprano al cole; me voy a duchar, me lavo los dientes, me visto y por ultimo subo a desayunar….al mirar el reloj de repente ya son las 8:oo….otra vez tarde.
Camino hacia la parada del bus, pasan coches, coches y mas coches, milagrosamente después de diez largos minutos llega mi bus, me voy al piso de arriba, me siento, me pongo mis cascos para no oír la aburrida conversación de las personas de atrás, miro por la ventana, y veo como empieza a nevar, empiezo a pensar que tengo a primera hora, física y química….solo pensar en eso y en que no he hecho la tarea se me quitan las ganas de ir al cole, por lo que me bajo del bus y empiezo a caminar muy despacio, estoy solo y a mi alrededor lo único que veo son arboles, casa y como no, mas coches, y varios buses que pasan al mio, que se podría esperar si lo esta conduciendo un viejo. Después de varios minutos llego al cole y para mi mala suerte llegué temprano, la puerta todavía esta cerrada y mis amigos todavía no llegan, me siento en la acera e intento hacer la tarea, pero solo ver que tengo que hacer tarea me produce un aburrimiento increíble, por lo que me levanto y me voy hacia la otra puerta del colegio.
Camino Portobello Road, llego a esa dichosa puerta marrón, la intento abrir pero esta cerrada, miro mi reloj pero es como si el minutero no pasara de las 8:25, me vuelvo a sentar y observo como caen esos copos de nieve en mis manos, me alegra el saber que esta nevando, pero me produce tedio el saber que tengo que esperar en este frio a que habrán las puertas…..empezamos bien el día...y la semana....

Ese monstruo exquisito




Otra vez viajar en avión, siempre lo mismo, la misma rutina, encima me toca viajar sola, que aburrimiento, salgo del colegio voy por las calles de Londres, creo que llego un poco tarde no lo se tengo miedo de mirar el reloj y que vaya en contra mía, cojo el 52 una hora en bus me espera. Sigo en Nothing Hill, solo han pasado quince minutos , escucho música es lo único que me relaja, pero acaba cansando no tengo tantas canciones para cubrir una hora de viaje. Llego a Victoria miro el reloj y quedan dos horas antes de que salga mi vuelo, me relajo un poco, entro en el Gatwick Express, miro a la gente hablando con sus respectivos amigos, y yo allí , mirando a los demás, lo único que tengo es el teléfono pero nadie me habla y encima se me esta agotando la batería, vaya viaje me espera. Media hora en tren, la gente me empuja para poder salir el primero, llevo una maleta pequeña pero por lo que pesa parece una de las grandes. Cojo papeles meto papeles, miro al suelo pensando cuando podrá acabar esta tortura, todavía sigo por los controles de seguridad, subo maleta, cojo bandeja dejo abrigo, chaqueta, monedas. Lo único que espero es que no suene al pasar, lo consigo pero suena, lo que me faltaba estar otros cinco minutos allí esperando a que registren mi maleta y que me registren a mi, el cinturón, ese objeto que nos ponemos para que no se nos caigan los pantalones, que se esconde debajo de la camiseta que llevas, y no te das cuenta hasta que aquel aparato infernal suena. Acaban de registrarme, por fin he pasado todo lo malo, eso creo, llego a Gatwick me encuentro en medio de ese enorme aeropuerto con miles de personas, veo un asiento libre, me siento y saco mi bocata de la maleta, miro en las pantallas, veo que la puerta de mi vuelo está abierta, voy corriendo, quiero llegar una de las primeras para poder escoger el asiento que quiero. Y me vuelvo a encontrar allí entre cientos de personas en una cola tan larga que ni veo a las azafatas que están en la puerta para poder entrar en el avión, lo que me faltaba, ni poder coger asiento. Al fin llego, no me creo que tenga un pie dentro del avión, que simpática la azafata que esta al principio del avión me sonríe, miro como loca por todo el avión para poder coger el asiento que siempre he querido, ventanilla. Y cómo no, lo sabía, sabía que no podría encontrar un asiento que me gustase, y toca sentarme en el pasillo, no poder apoyarme en la ventana para poder dormir, un largo viaje lleno de promociones de cafés, revistas, autobuses.. Lo único que quiero es poder llegar a Madrid y dos horas más me quedan para poder lograr lo que quiero. Lo único que pienso es poder llegar sana y salva, pero no lo puedo remediar pienso durante todo el trayecto en las instrucciones que me han dado las azafatas al principio. Qué miedo me da esto de volar.

Ese monstruo exquisito.


 Siempre la misma rutina, lunes a viernes, de casa al colegio y del colegio a casa. La sensación de miedo que acecha mi mente diciendo que hoy va a ser otro día monótono sin ninguna variación y con la compañía de ese monstruo exquisito me hace polvo, y al no hacerle frente se agiganta cada vez más, este monstruo exquisito se llama aburrimiento y en lo único que pienso mientras lo tengo es en estar en casa, ese lugar sagrado donde este sentimiento  casi nunca me ataca, ya  que en cada esquina encuentro algo que lo detenga. Pero aunque desee estar allí, no puedo escapar de estas cuatro paredes con tres corchos de color azul y una pizarra con restos de la asignatura anterior, que cada vez se hacen más pequeñas, tan pequeñas que a veces me falta el aire, esa sensación es insoportable; no se la deseo ni a mi peor enemigo.  Pero no todo es para siempre, después de aguantarme 8 horas, puedo volver a mi casa donde pienso que podré descansar y librarme de esa amarga sensación, pero no, ya que este monstruo se encarga de acompañarnos siempre y cuando llego a casa reviso mi agenda siempre veo la cara de ese monstruo sonriéndome.

Ese monstruo exquisito.

Otra vez de viaje, otra vez, otra vez dentro de un coche durante horas que se que se me van a hacer interminables. Horas sentada, sin nada que hacer más que mirar a través de la ventanilla, y ver como pasan paisajes, árboles, casas, casas, árboles, paisajes. Campo, campo y más campo. Siempre sentada en el minúsculo asiento del coche, no hay sitio para estirar las piernas entre los asientos. La espalda tiende a estirarse y ni siquiera puede, sólo el cuello, que, con suerte, puede caer sobre el hombro del que se sienta al lado .El coche corre kilómetros y kilómetros, y fuera nada cambia. Dentro tampoco. Me pongo los cascos para oír música, pero es la música de siempre y en cinco minutos me canso de escucharla. No me anima. Ni siquiera la música puede romper el tedio del viaje en coche. Quizás si comiera algo mejoraría mi humor. Pido algo de comer y me pasan una bolsa de patatas fritas de mi marca favorita. Las rechazo. Seguro que me darán sed y a la larga será peor. Parece que fuera hace un día espléndido pero a través de la ventanilla sólo percibo el calor detrás de un cristal. Es un calor de invernadero que me hace sentir vegetal. Pienso en este viaje y en qué estarán haciendo mis amigas o en que, ojala no me tuviera que ir de viaje para poder salir de este horrendo coche, en el que gracias a mis hermanos y a las grandes cantidades de equipaje que llevamos no tenemos casi espacio para poder movernos. Se me están durmiendo las piernas y apenas puedo estirarlas. Todavía quedan kilómetros en esta larga carretera sin fin en la que no quiero pensar y ni si quiera tengo sueño. Tal vez el sueño me podría ayudar a hacer más amenas unas cuantas horas, pero gracias a al continuo debate entre mis padres sobre la detestable disputa que se está produciendo en la radio no consigo dormirme. No tengo grandes expectativas sobre lo que me voy a encontrar cuando lleguemos. Un viaje tan largo, ¿Para qué?.. Para tener una vuelta igual de aburrida.

Ese monstruo exquisito.


Por: Marc Perez Escamilla

Miro el reloj, las 11:15, aún quedan 20 minutos para que se termine la clase. Sentado en mi silla verde e incómoda, delante de mi pupitre verde y rayado. No sé cómo ponerme, no aguanto dos minutos atendiendo al profesor, no sé qué hacer. Miro al techo y lo único que veo son formas geométricas, es decir cuadrados hecho de un material como el corcho. Miro el reloj de nuevo, las 11:17, y pienso que las agujas se han detenido y que se ha acabado la pila. Como ya no puedo aguantar la voz del profesor, cojo un trozo de papel y las tijeras y empiezo a cortar el papelito en tiritas para intentar apartar mi mente del aburrimiento. Miro el reloj de nuevo, se ha movido algo mas, las 11;20, esto ya es insoportable, si miro el libro me duele la cabeza, si miro el techo no le veo nada de interés, y lo único que puedo hacer es suspirar profundamente, deslizarme por la silla verde que resbala un poco y cerrar los ojos por un momento. Entonces empiezo a pensar en esto del aburrimiento, y me doy cuenta de que es como algo de plomo, que uno no puede con ello, a uno le duele el pecho y la cabeza cuando hace algo que aburre. Uno se desespera y se rinde. De repente suena el timbre que indica la hora del recreo, por fin, aire fresco y a jugar un rato.

Estar en casa, dando vueltas sin tener destino, no sabes que hacer, no hay nadie con quien puedas chatear por internet, los programas de la tele son estúpidos, no hace falta cocinar nada, ni planchar, ni llenar el lavavajillas. No sabes que hacer. Entonces subes a tu habitación y te das cuenta de que vas a estar un buen rato aburrido.

El Chelsea lleva jugando 75 minutos contra el Arsenal, y yo muriéndome de frió en la grada vestido de fosforito porque estoy de voluntario con la ambulancia. El partido es aburrido, el reloj no avanza, y el frió cada vez es mas intenso. Estoy deseando irme a casa de una vez, yo no aguanto mas. Lo único que oigo es al publico chillar e insultarse los unos contra los otros, se tiran monedas y hacen cosas raras. Entones empiezo a pensar en mi casa, calentita, me imagino tumbado en el sofá con una taza de leche caliente viendo la televisión, cuando de repente suena el silbido final y acaba el partido. Bien.

Ese Monstruo Exquisito

                            Hoy me ha acometido  una vez más,
                       es el peor de los horrores que me puede pasar,
                        ese monstruo exquisito me ha vuelto a atacar,
                       cuando sus garras te atraen no hay vuelta atrás.

                             Esta mañana llegando a la estación
                         tuve que esperar unos minutos en tensión,
                          mientras el autobús entraba en aparición
                      el aburrimiento me acechó y no tuve su perdón
                                  empezamos bien me dije yo.

                         Su segunda aparición tuvo lugar en clase
                            donde el profesor no quería callarse,
                        las cosas se ponían feas, no sabía qué hacer
                          y tampoco quería ponerme a atender.
                             Así que esta bestia me corrompió
                                    hasta que el timbre sonó.

                     Cuando llegué a casa mi madre me esperaba,
                     sentada en el salón me pidió mis pertenencias
                  dejándome sin qué hacer hasta el día de mañana
               yo ya me planteaba que se trataba de una cosa seria
              ese monstruo exquisito me atacó y me dejó sin aliento.


Sufriendo las consecuencias.

Me encontraba sola, en mi cuarto, ya que parecía que toda la gente que se encontraba a mi alrededor estaba contra mí. Lo peor no es el estar sola e incómoda, sino que al aburrirme demasiado no me quedaba otra que pensar, pensar en lo ocurrido, y en todo lo que de repente, en una simple y la que parecía una aburrida mañana ha cambiado. Ahora se acerca mi peor pesadilla, el castigo, que conlleva un sentimiento casi inevitable en estos casos, el hastío. Ese sentimiento de vacío, que te hace parecer tan pequeño y tan poco valorado en este gran mundo. Solo él es capaz de hacerte sentir así, en momentos donde no tienes nada, ni a nadie.
 Lo peor no es pasar una noche que lo único que te produce es tedio, aunque todo el mundo sabe lo insoportable que es no tener sueño, y estar dando vueltas en la cama para ver si así se soluciona algo, aunque llega un momento que sabes que eso no parará tu aburrimiento, seguirás bostezando sin parar, pensando en lo ocurrido y mostrando indiferencia ante todo aquello. Pero os puedo asegurar que esto de aburrirse por la noche no es lo peor, ya que sabes que todos tus amigos están en sus respectivas casas, durmiendo, lo peor es cuando sabes que ellos están allí, fuera, hablando, riéndose y probablemente comentando mi increíble e inesperada historia.

sábado, 19 de enero de 2013

Ese monstruo exquisito




aquí viene otra vez
Parece una maldición,
Es lunes a segunda
Y acecha la perdición,
Con paso decidido
Y con una mirada fulminante
Grita "¡atención!"
Deja sus cosas sobre la mesa
Y empieza la clase de cabeza,
Parece que le acompaña
Una banda sonora,
Cada vez que abre la boca
Me entran ganas de dormir.
Si a esto lo llaman aburrimiento
Vaya pesadilla,
Maldito monstruo exquisito
Vete de mi vida.

Cuando me quitan el ordenador
Vuelves a aparecer
Y no te vas
Hasta que encuentro algo que hacer,
Pero no se me ocurre nada
El ordenador es todo para mí,
Al igual que el móvil
Sin ella no puedo vivir.

Ahora es el colmo de los colmos
Me quitan la guitarra
¿Por qué a mí, de todos los que hay?
¿Lo haces para fastidiarme y sentirte guay?
Maldito monstruo exquisito
Buscaré algo para matarte.
Encontraré el móvil 
Y desaparecerás en un instante.
Al buscarlo en mi chaqueta
El monstruo se calló,
Sí, monstruo exquisito...
Gano yo.




martes, 8 de enero de 2013

Nuevo año para un nuevo siglo... el siglo XX

¡Bienvenid@s a este nuevo año 2013! 
Vamos a empezar a estudiar el siglo XX, un siglo apasionante, con grandes cambios y grandes figuras en las artes y las letras; pero no sin antes despedirnos del siglo XIX como merece...
Habíamos comentado juntos  un fragmento del poema "Al lector" de Baudelaire ... os lo presento aquí de nuevo con la intención de que os animéis a escribir... si no en verso, sí en prosa... para despedir ese siglo XIX antes de dar entrada al nuevo siglo XX. Al final os cuento con detalle cómo es lo de escribir:



AU  LECTEUR

[…]
Mais parmi les chacals, les panthères, les lices,
Les singes, les scorpions, les vautours, les serpents,
Les monstres glapissants, hurlants, grognants, rampants,
Dans la ménagerie infâme de nos vices,

II en est un plus laid, plus méchant, plus immonde!
Quoiqu'il ne pousse ni grands gestes ni grands cris,
Il ferait volontiers de la terre un débris
Et dans un bâillement avalerait le monde;

C'est l'Ennui! L'oeil chargé d'un pleur involontaire,
II rêve d'échafauds en fumant son houka.
Tu le connais, lecteur, ce monstre délicat,
— Hypocrite lecteur, — mon semblable, — mon frère!


Charles Baudelaire Les fleurs du mal

Escribe un texto, de al menos veinte renglones o diez versos, titulado "Ese monstruo exquisito".  Al hacerlo, ten en cuenta las indicaciones de la página 68 de tu libro de texto. ¡Ánimo, si quieres puedes!