Siempre la misma rutina, lunes a viernes, de casa al colegio
y del colegio a casa. La sensación de miedo que acecha mi mente diciendo que
hoy va a ser otro día monótono sin ninguna variación y con la compañía de ese
monstruo exquisito me hace polvo, y al no hacerle frente se agiganta cada vez
más, este monstruo exquisito se llama aburrimiento y en lo único que pienso
mientras lo tengo es en estar en casa, ese lugar sagrado donde este sentimiento
casi nunca me ataca, ya que en cada esquina encuentro algo que lo detenga.
Pero aunque desee estar allí, no puedo escapar de estas cuatro paredes con tres
corchos de color azul y una pizarra con restos de la asignatura anterior, que
cada vez se hacen más pequeñas, tan pequeñas que a veces me falta el aire, esa
sensación es insoportable; no se la deseo ni a mi peor enemigo. Pero no todo es para siempre, después de
aguantarme 8 horas, puedo volver a mi casa donde pienso que podré descansar y
librarme de esa amarga sensación, pero no, ya que este monstruo se encarga de
acompañarnos siempre y cuando llego a casa reviso mi agenda siempre veo la cara
de ese monstruo sonriéndome.
No hay comentarios:
Publicar un comentario