domingo, 20 de enero de 2013

Ese monstruo exquisito.


 Siempre la misma rutina, lunes a viernes, de casa al colegio y del colegio a casa. La sensación de miedo que acecha mi mente diciendo que hoy va a ser otro día monótono sin ninguna variación y con la compañía de ese monstruo exquisito me hace polvo, y al no hacerle frente se agiganta cada vez más, este monstruo exquisito se llama aburrimiento y en lo único que pienso mientras lo tengo es en estar en casa, ese lugar sagrado donde este sentimiento  casi nunca me ataca, ya  que en cada esquina encuentro algo que lo detenga. Pero aunque desee estar allí, no puedo escapar de estas cuatro paredes con tres corchos de color azul y una pizarra con restos de la asignatura anterior, que cada vez se hacen más pequeñas, tan pequeñas que a veces me falta el aire, esa sensación es insoportable; no se la deseo ni a mi peor enemigo.  Pero no todo es para siempre, después de aguantarme 8 horas, puedo volver a mi casa donde pienso que podré descansar y librarme de esa amarga sensación, pero no, ya que este monstruo se encarga de acompañarnos siempre y cuando llego a casa reviso mi agenda siempre veo la cara de ese monstruo sonriéndome.

No hay comentarios:

Publicar un comentario