Otra
vez viajar en avión, siempre lo mismo, la misma rutina, encima me
toca viajar sola, que aburrimiento, salgo del colegio voy por las
calles de Londres, creo que llego un poco tarde no lo se tengo miedo
de mirar el reloj y que vaya en contra mía, cojo el 52 una hora en
bus me espera. Sigo en Nothing Hill, solo han pasado quince minutos
, escucho música es lo único que me relaja, pero acaba cansando no
tengo tantas canciones para cubrir una hora de viaje. Llego a
Victoria miro el reloj y quedan dos horas antes de que salga mi
vuelo, me relajo un poco, entro en el Gatwick Express, miro a la
gente hablando con sus respectivos amigos, y yo allí , mirando a los
demás, lo único que tengo es el teléfono pero nadie me habla y
encima se me esta agotando la batería, vaya viaje me espera. Media
hora en tren, la gente me empuja para poder salir el primero, llevo
una maleta pequeña pero por lo que pesa parece una de las grandes.
Cojo papeles meto papeles, miro al suelo pensando cuando podrá
acabar esta tortura, todavía sigo por los controles de seguridad,
subo maleta, cojo bandeja dejo abrigo, chaqueta, monedas. Lo único
que espero es que no suene al pasar, lo consigo pero suena, lo que
me faltaba estar otros cinco minutos allí esperando a que registren
mi maleta y que me registren a mi, el cinturón, ese objeto que nos
ponemos para que no se nos caigan los pantalones, que se esconde
debajo de la camiseta que llevas, y no te das cuenta hasta que aquel
aparato infernal suena. Acaban de registrarme, por fin he pasado todo
lo malo, eso creo, llego a Gatwick me encuentro en medio de ese
enorme aeropuerto con miles de personas, veo un asiento libre, me
siento y saco mi bocata de la maleta, miro en las pantallas, veo que
la puerta de mi vuelo está abierta, voy corriendo, quiero llegar
una de las primeras para poder escoger el asiento que quiero. Y me
vuelvo a encontrar allí entre cientos de personas en una cola tan
larga que ni veo a las azafatas que están en la puerta para poder
entrar en el avión, lo que me faltaba, ni poder coger asiento. Al
fin llego, no me creo que tenga un pie dentro del avión, que
simpática la azafata que esta al principio del avión me sonríe,
miro como loca por todo el avión para poder coger el asiento que
siempre he querido, ventanilla. Y cómo no, lo sabía, sabía que no
podría encontrar un asiento que me gustase, y toca sentarme en el
pasillo, no poder apoyarme en la ventana para poder dormir, un largo
viaje lleno de promociones de cafés, revistas, autobuses.. Lo único
que quiero es poder llegar a Madrid y dos horas más me quedan para
poder lograr lo que quiero. Lo único que pienso es poder llegar sana
y salva, pero no lo puedo remediar pienso durante todo el trayecto en
las instrucciones que me han dado las azafatas al principio. Qué
miedo me da esto de volar.
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