domingo, 20 de enero de 2013

Ese monstruo exquisito.


Por: Marc Perez Escamilla

Miro el reloj, las 11:15, aún quedan 20 minutos para que se termine la clase. Sentado en mi silla verde e incómoda, delante de mi pupitre verde y rayado. No sé cómo ponerme, no aguanto dos minutos atendiendo al profesor, no sé qué hacer. Miro al techo y lo único que veo son formas geométricas, es decir cuadrados hecho de un material como el corcho. Miro el reloj de nuevo, las 11:17, y pienso que las agujas se han detenido y que se ha acabado la pila. Como ya no puedo aguantar la voz del profesor, cojo un trozo de papel y las tijeras y empiezo a cortar el papelito en tiritas para intentar apartar mi mente del aburrimiento. Miro el reloj de nuevo, se ha movido algo mas, las 11;20, esto ya es insoportable, si miro el libro me duele la cabeza, si miro el techo no le veo nada de interés, y lo único que puedo hacer es suspirar profundamente, deslizarme por la silla verde que resbala un poco y cerrar los ojos por un momento. Entonces empiezo a pensar en esto del aburrimiento, y me doy cuenta de que es como algo de plomo, que uno no puede con ello, a uno le duele el pecho y la cabeza cuando hace algo que aburre. Uno se desespera y se rinde. De repente suena el timbre que indica la hora del recreo, por fin, aire fresco y a jugar un rato.

Estar en casa, dando vueltas sin tener destino, no sabes que hacer, no hay nadie con quien puedas chatear por internet, los programas de la tele son estúpidos, no hace falta cocinar nada, ni planchar, ni llenar el lavavajillas. No sabes que hacer. Entonces subes a tu habitación y te das cuenta de que vas a estar un buen rato aburrido.

El Chelsea lleva jugando 75 minutos contra el Arsenal, y yo muriéndome de frió en la grada vestido de fosforito porque estoy de voluntario con la ambulancia. El partido es aburrido, el reloj no avanza, y el frió cada vez es mas intenso. Estoy deseando irme a casa de una vez, yo no aguanto mas. Lo único que oigo es al publico chillar e insultarse los unos contra los otros, se tiran monedas y hacen cosas raras. Entones empiezo a pensar en mi casa, calentita, me imagino tumbado en el sofá con una taza de leche caliente viendo la televisión, cuando de repente suena el silbido final y acaba el partido. Bien.

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