La ciudad nunca duerme. Los coches siempre
circulan, el ruido nunca cesa.
En alguna parte de la ciudad, intento dormir,
sola. Intento desesperadamente vaciar mi mente, pero la ciudad no me lo permite. Las horas pasan,
aunque parece que el tiempo ha parado. Intento dormir, pero los sonidos de la ciudad me llevan a otros
sitios.
Un vagabundo
duerme en Hyde Park, bajo un árbol, sin más que una manta. El frio
invernal es tal que le cuesta moverse y la vida se escapa de su cuerpo. Pero a
nadie le importa. La ciudad sigue, despierta.
Una chica joven no tiene más remedio que
marcharse, aterrorizada con el señor rico.
“Yo te cuidare, no te preocupes guapa”
Solamente imaginar la cara del señor y la
pobre chica me da asco. Sigo intentando dormir aunque el sueño no viene.
Desde la ventana veo los rayos del sol rompiendo
el horizonte. Con el amanecer, la ciudad se transforma. El vagabundo y la joven
no importan, y ya no existen. Los coches ya no son los mismos, Y las personas también
han cambiado.
Pero la ciudad sigue despierta.
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