Lucía era una
trabajadora y haría lo que sea para dar una vida buena y saludable a su
familia. Era una persona alegre y nunca enseña sus sentimientos cuando algo malo le pasa.
Siempre pensaba que en la vida si tú eras una persona optimista y
ayudaba a los demás todo saldría bien y te recompensaría.
Era un día de
primavera y algo le pasó. Recibió una carta, la abrió y empezó a leerla mientras
limpiaba los platos. Se sorprendió tanto que el plato que estaba lavando se le
resbaló de sus manos y se rompió. Nunca pensó que ella podía estar en esta situación
porque nunca creía que ella iba ser una de las personas que, en su cabeza,
merecía perder su trabajo.
Todo estaba
sucediendo muy rápidamente para Lucía. Apenas ayer por la mañana fue al banco
para tratar de conseguir una extensión de un préstamo para pagar su deuda, ya
que su marido perdió su puesto de trabaja hace un ano y ahora ha recibido una carta explicándole que
ella había perdido su puesto de trabajo también. No tenía nada, ni dinero
suficiente para vivir y sin trabajo, su vida cambió de repente y no sabía que
hacer. Pasó unos meses y recibió otra carta. Decía que Lucía no estaba pagando
la hipoteca y que tenía un mes para pagarlo o se queda sin casa. Otra cosa para
preocuparse, no se lo quería decir a nadie porque no quería preocupar a nadie.
Estaba estresada, nerviosa y asustada y por eso, le provocó depresion.
Esa semana de nerviosismo
estaba muy deprimida y a un punto se tiró al suelo llorando y gritando. “! ¿Por qué yo?!” No podía soportar la situación,
estaba completamente derrotada y por la primera vez en su vida no tenía
optimismo. Se sentó en el sofa del salón mirando a su casa para la última vez.
Lucía sufrió con gran depresión y se olvidó de todo. No sabía quién era, donde
vivía y que pasó.
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