Era una mañana triste de invierno. La oscuridad aún inundaba la pequeña habitación. Sonaba el despertador de su móvil mientras él se estiraba y escuchaba como caía la lluvia y pegaba contra la gran ventana, que estaba al lado de su escritorio.
Normalmente se levantaba antes que nadie, para poder salir de casa con suficiente tiempo para no tener que ir corriendo al instituto. Ese día fue distinto. Se quedó diez minutos más en cama. Fue probablemente el único momento del día que tuvo para pensar en sus cosas olvidándose del examen que pronto haría y los muchos trabajos que tenía que hacer. "¿Qué estoy haciendo con mi vida?" se preguntaba a sí mismo.
Ya tenía dieciséis años y realmente no sabía que había hecho todo este tiempo a parte de estudiar, no había disfrutado en todo este tiempo.
Se levantó, caminó por el estrecho pasillo, llegó al baño y vió su rostro entristecido en el espejo.
Salió de casa y se encontró con una amiga,
"No sé que está pasando con mi vida, no dejo de darle vueltas a lo mismo, tengo dieciséis años y me da la sensación de que no he vivido nada" le dijo él desesperado.
"Te entiendo, no sabes cuanto" le dijo ella lamentándose.
Querían que las cosas cambiasen pero lo único que podían hacer por ahora era entrar en clase y hacer el examen de biología.
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