miércoles, 28 de noviembre de 2012

Perder el movil

Pepito vivía en una casa en el norte de Londres, en un barrio llamado Enfield. Cada día salía de casa sobre las 7:45 para llegar al colegio y para hacerlo atravesaba una calle en la que había dos colegios de primaria, uno a la izquierda y otra a la derecha. Había una clara diferencia entre los dos. La de la izquierda era tres edificios que estaban hechos de ladrillos amarillos, y organizados con forma de U con un patio en medio; lo habían renovado hace poco y era bastante moderno. El otro colegio a la derecha, en comparación, era bastante más viejo: ladrillos marrones con moho en los huecos y había nidos de palomas hechos sobre el tejado. El patio tenía porterías, pero estaban rotas, ya que estaban oxidadas y los niños se habían colado en ellas y había una gran cantidad de basura esparcida por el suelo. Sobre unos escalones estaban sentados un par de niños y eran los únicos en el patio y estaban comiendo. Al final de esta calle había una parada de autobús en la que él se sentó. Los cristales estaban rotos y los mapas tenían grafitis pintado sobre ellas y una pantalla indicaba que el autobús estaba a 15 minutos y se enfadó un poco ya que normalmente tardaba mucho menos en llegar.
‘Oye, dame tu móvil’, le dijo alguien con la cara cubierta y llevaba un jersey con la capucha puesta. Pepito obedeció la orden y se lo dio por el miedo que le daba ese personaje. Este salió corriendo y Pepito se quedo sentado, casi llorando. !Le habían quitado su móvil! Cuando llegó el bus, se montó en él. Cuando volvió a casa por la tarde no le contó a nadie lo que le había ocurrido.

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